Dios puede inclinar nuestro corazón hacia Él.
Ahora que soy padre muchas veces
quisiera inclinar a mi hijo a la obediencia, pero no puedo obligarlo; Dios
puede obligarnos, pero no lo hace al menos que le pidamos que incline nuestro
corazón hacia él, esta fue una de las oraciones de Salomón “¡Pidamos a nuestro
Dios que esté con nosotros como estuvo con nuestros antepasados! ¡Que no nos
abandone! Incline nuestro corazón hacia él, para que andemos en todos sus
caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus decretos, los
cuales mandó a nuestros padres.” (1 Reyes 8:57-58 RV1960)
El anhelo de cualquier hijo es
hacer feliz a sus padres, el anhelo de Dios es que vayamos por buen camino y en
todo lo glorifiquemos como Dios y como padre; ahora ya somos hijos porque Dios
nos ha adoptado “no los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.” (Juan 14:18
RV1960), es una de las promesas de Dios, pero nuestro corazón esta corrompido y
tiende a engañar como el pueblo de Israel que “trataban de ganar su favor
hablando bien de Dios; pero todo lo que salía de su boca era pura mentira. Su
corazón no era sincero; no fueron leales a su pacto.” (Salmos 78:36-37 PDT)
¿Qué tan leal estamos siendo al
pacto?
El profeta Ezequiel decía “haceos
un corazón nuevo y un espíritu nuevo” (Ezequiel 31:18 RV1960), debemos anhelar
que Dios incline nuestro corazón cada día a él, porque de ahí salen las
agresiones, los malos pensamientos, lo que contamina a nuestro alrededor (Mt.
15:18-19). ¿Con que frecuencia anhelamos que nuestro corazón se incline a Dios?
Dios una vez más quiere acercarse
a nosotros, quiere que nuestro corazón esté más cerca de él y él se acercara a
nosotros (Stg. 4: 8a) la evidencia del nuevo nacimiento es que cada vez deseemos
estar más cerca de aquel que murió en una cruz por nuestros pecados, quiero
afirmar que no soy perfecto, escribo estos devocionales primeramente pensando
en mí, no es con la finalidad de condenar a nadie, solo quiero compartir algo
que he encontrado y me ha dado una paz inigualable. Glorifiquemos a Dios
mostrándonos cada vez más cerca de él y no tratando de engañar a los que nos
rodean, porque a todos podemos engañar menos a Dios.
Esta vez me gustaría finalizar
con una oración, no hay mayor efectividad que la oración de un hijo rendido a
sus brazos. Así que yo inicio y tu finalizas. Padre, gracias por ser todo para
mí, eres grande y misericordioso, te pido que me ayudes a inclinar mi corazón,
no permitas que las circunstancias me alejen de ti, no permitas que mis pecados
pongan una barrera entre nuestra relación… sigue orando, es necesario que expreses
con tus palabras lo que deseas.
Reflexión:
¿Qué tanto anhelas estar cerca de
Dios?
¿Qué te impide acercarte a Dios?
Aplicación:
Ora que Dios incline su corazón
hacia él.
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