El cuchillo
Un cuchillo cubierto de carne
congelada puesta como trampa para lobos, de repente uno de ellos olfatea ese
manjar, empieza a chupar y a querer comer de la sabrosa carne disfrazada de
paleta, desafortunadamente el cuchillo empieza a lastimar el paladar y la parte
interna de los cachetes, el mismo lobo confunde su sangre con la de aquel
animal, sin darse cuenta su boca empieza a sangrar tragándosela y pronto queda
muerto.
No puedo decir que tan real sea
esta historia, pero lo que me recuerda es que muchas veces hemos sido
obstinados, aferrados, necios, impulsivos, afanados y corremos como el lobo por
manjares que aparentemente son lo que pensábamos que eran y se convierten en
preocupaciones.
La pregunta es: ¿De qué tamaño es
tu obstinación?, esto lo pregunto por qué de ese tamaño será la herida y el
filo es el tiempo que pases ahí confundido y aferrado a lo mismo.
Jesucristo nos habla en Mateo
6:25-26 “No vivan pensando en qué van a comer, qué van a beber o qué ropa se
van a poner. La vida no consiste solamente en comer, ni Dios creó el cuerpo
solo para que lo vistan. Miren los pajaritos que vuelan por el aire. Ellos no
siembran ni cosechan, ni guardan semillas en graneros. Sin embargo, Dios, el
Padre que está en el cielo, les da todo lo que necesitan. ¡Y ustedes son más
importantes que ellos!”, nuestras preocupaciones se incrementan cuando no
confiamos en Dios, nos llenamos de pensamientos con cosas afanosas que usurpan
el lugar que le pertenece a Dios, nuestra única confianza debe ser él.
Salomón que fue muy rico no se
vistió mejor que las flores, aquellos colores que Dios les ha puesto a cada una
“lo más importante es que reconozcan a Dios como único rey, y que hagan lo que
él les pide. Dios les dará a su tiempo todo lo que necesiten. Así que no se
preocupen por lo que pasará mañana. Ya tendrán tiempo para eso. Recuerden que
ya tenemos bastante con los problemas de cada día” (Mateo 6:33-34 Traducción al
lenguaje actual), así que algo que podemos hacer por nosotros mismo es dejar de
ser obstinados (aferrados a nuestras preocupaciones), cambiemos el enfoque en
aquel que nos las puede quitar.
Nuestra obstinación nos lleva a
querer chupar el cuchillo sin darnos cuenta que terminaremos con una herida muy
grande, es el momento que las preocupaciones se debiliten ante la fuerza del
que puede cargar con ellas.
Reflexión:
1. ¿Qué
preocupaciones pueden esperar?
2. ¿Qué
te tiene sometido a pensar más en tu propia obstinación que la confianza en él?
Aplicación:
Es el momento de dejar atrás las
preocupaciones, no se trata de pasividad sino de poner los ojos en aquel que
nos ayuda en nuestra necesidad y carga nuestras preocupaciones para poder ser caminar
hacia lo que verdaderamente importa.
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